Descripción de Café Kafka
CAFÉ KAFKA: CALIDAD Y AMBIENTE COOL EN EL BORNE.
Al abrigo del centenario Mercat del Born, reabre sus puertas el restaurante CAFÉ KAFKA. Con nueva dirección, equipo y propuesta gastronómica, el local de la calle Fusina 7, inicia una nueva etapa.
Bajo el literario nombre de Café Kafka, el local se presenta como un cosmopolita bistró de ambiente bohemio y acogedor que aspira a dar confortable refugio y buena mesa.
Karel Schröder, su nuevo propietario, ha creado las condiciones para que encuentre acomodo una clientela de lo más diversa: gente joven, viajeros curiosos, o sibaritas urbanos de todas las edades que reflejan el estilo de vida de un barrio de Barcelona que se compara a menudo con el neoyorkino Soho o el parisino Le Marais.
Este emprendedor financiero nacido en Barcelona, M.B.A. IESE, abogado e inversor, enciende con convicción la mecha de un nuevo proyecto de restauración a su manera, con el aval de experiencia adquirido en sus terrazas Adriático en Barcelona y Marina Playa en Ibiza. La manera de Karel Schröder tiene que ver con las esencias: las mejores materias primas en el plato, elaboradas con respeto y sencillez; una decoración creativa, protectora y hospitalaria con el cliente; los mejores vinos y licores en las mesas y en la barra de copas; una iluminación mágica e íntima, y la música de los grandes referentes musicales de la chanson francesa y la canzone italiana, administrada a niveles que permitan una íntima conversación.
EL EQUIPO.
Para conseguir tan ambicioso y agradable plan, Schröder se ha hecho con un equipo de profesionales que destacan por su juventud y simpatía, pero también por su profesionalidad. Lleva la batuta el inefable Bernardo Diéguez, responsable del local, generador de motivaciones y lealtad entre empleados y clientes y capaz de rastrear el mercado hasta dar con la mejor alcachofa posible.
En la cocina, la juventud de Fernando Poveda (24 años), no es obstáculo para que imponga su oficio de chef. Poveda, que se inició en las artes culinarias en el prestigioso Hoffman –de donde salió como numero uno de su promoción– llega proveniente del restaurante Montjuïc El Xalet donde, a pesar de su corta edad, ha ejercido como cocinero durante los últimos tres años.
A cargo de “los pequeños detalles que cuentan” – según sus palabras – se halla Gaby Shröder. Los uniformes, el menaje, coordinación de la imagen gráfica, el seguimiento de la página web y las redes sociales son esos pequeños detalles que contribuyen a la armonía estética y al dinamismo de un proyecto y en los que Gaby aplica su dedicada gestión y buen gusto.
LA COCINA
Cómplice y acólito de las maneras de Karel Schröder, Fernando Poveda pone en la selección de las materias primas todo el mérito culinario del restaurante y su empeño en las cocciones sencillas, que ponen en valor la espectacularidad de las materias. Los proveedores son locales y de confianza, a excepción de algunos caprichos, como la ternera –de León–, o el Jamón Ibérico de Recebo –con mayúsculas por su excepcionalidad– procedente de Valle de los Pedroches, en Córdoba. La pasta es fresca, muy variada y se cuece al dente; las verduras, el pescado y el marisco se escogen personalmente cada día en los mercados proveedores. Y todo se hace al momento.
Los tartar de carne y de pescado forman parte de los platos más afamados del Café Kafka, algo que se explica porque tanto la carne como el pescado se pican a cuchillo, en la cocina del restaurante. Por el mismo motivo, una merluza se puede degustar en lomos, en medallones o en tronco, a gusto del cliente. El solomillo de ternera, con salsa de vino tinto y foie poêlé, o el solomillo de buey con alcachofas horneadas y patatas paille también son grandes éxitos, que conviven en la carta con platos sencillos como los huevos estrellados con virutas de ibérico o los corazones de alcachofa laminadas fritas con mostaza; platos que acercan la carta a todos los bolsillos y que son la clave del éxito de su ambiente que mezcla generaciones y diversidades.
Para los muy caprichosos se ofrece caviar iraní Beluga “000” o Chatka de Cangrejo ruso Imperial a precios muy razonables, y para antojos más sencillos queda el marisco, siempre vivo y según mercado, como las navajas, las almejas y ostras gallegas, la cigala y el bogavante. Pensando en fidelizar al cliente, los precios son justos y las raciones abundantes.
La selección de vinos tiene en cuenta a los grandes clásicos, igual que en los licores no faltan los mejores destilados. Maltas, ginebras, o el mejor cognac francés son culpables del éxito nocturno de la barra, que de jueves a sábado permanece abierta hasta las dos de la madrugada. La satisfacción del cliente es el objetivo de este restaurante y el motivo que ha llevado a la dirección a alargar durante el fin de semana el usual horario de martes y miércoles que es hasta las 11,30. Cierra el domingo y el lunes.
LA DECORACIÓN
Para la decoración, Schröder ha confiado en el buen gusto y la originalidad de Yolanda Vilalta y Helena Jaumá que a partir de los restos de dos viejas mesas que encontraron en el local, han sido capaces de crear una atmósfera que atrapa por su creatividad y su belleza, respetando la estructura original de un espacio histórico.
Con materiales cálidos, muchos de ellos reciclados –como la lámpara Sputnik de los años 50, con multicolores portalámparas, que flota sobre la sala– han recreado un cálido ambiente, a medio camino entre un hogar excéntrico, un café literario y un bistró de Saint Germain. En las paredes, los anaqueles ofrecen libros clásicos entre boisseries y molduras sobre las que titilan originales puntos de luz y dispares espejos. El suave terciopelo es el tejido de los asientos: sofás en rojo oscuro recorren el perímetro del comedor y se enfrentan a sillas vintage tapizadas en ocre y verde antiguo con estudiado desorden.
Las mesas, cuadradas y pequeñas, tienen superficie de cristal pintado y cantos de latón claveteado y se apoyan en simples patas de hierro, réplica y homenaje a las que permanecían en el local y sirvieron de partida para la decoración. Están pensadas para jugar a los puzzles, siempre en perpetuo movimiento para dar asiento a parejas solitarias, amigos íntimos o familias reunidas y que se sientan como en casa.
La barra llama la atención por su divertido despliegue de lámparas. Bombillas de carbono y globos multicolores de opalina dejan bailar sus gotas de luz ante una pared de espejo, surtida con la mejor licorería que existe para el copeo. No falta la tradicional carta de sugerencias del día escrita a mano sobre el cristal, ni el sinuoso y suave perfil de madera que llama a acodarse en ella, bien instalado sobre los preciosos taburetes de ratán multicolor fabricados en Francia sobre diseños de las decoradoras, con generosos respaldos y altura perfecta. La base de la barra, que recorre de punta a punta el local, está decorada con piezas que recrean los embellecedores de las chimeneas americanas, fabricadas a partir de dos placas de hierro antiguas encontradas en un derribo.
Los baños son un divertimento kitsch que el equipo de decoración ha creado con humor y atrevimiento. Llaman la atención los fluorescentes, más propios de un bar de carretera, que distinguen con luz roja o azul los kafkianos aseos para ellos y para ellas, con las paredes decoradas sobre fondos de color. En el exterior, un despliegue de espejos antiguos y desparejados, alternan con flores doradas, recortadas de empapelados vintage que acentúan la mezcla de estilos y contribuyen al ambiente sorprendente de la pieza, que se remata por un enorme cuadro que encajaría en un boudoir.
Algunos elementos reciclados, como una enorme montura de gafas, luminoso que un día presidió la fachada de una óptica, o el perchero de una escuela, rinden homenaje a uno de los más grandes escritores europeos, Franz Kafka, que además de buena literatura nos dejó un mundo –el kafkiano– particular.
Encendido por el sol que lo inunda desde la amplia cristalera con vistas al edificio modernista de hierro que dio cobijo al Mercado del Borne; o en la cálida penumbra que lo envuelve en las horas nocturnas, el Café Kafka seduce, como una fulgente y joven estrella, a la gente más cool de esta ciudad abierta y mediterránea, vanguardista, bohemia y cultural que es la Barcelona del siglo XXI.Horarios:
Martes a Miércoles: 13:30 a 16:00 hrs. y 20:30 a 23:30 hrs.
Jueves a Sábado: 13:30 a 16:00 hrs y 20:30 a 2:00 hrs.
Domingo y Lunes cerrado.
¿Truco o trato? Pero con nosotros, siempre el mejor servicio. ¿Comer en Barcelona para grupos? Nuestro restaurante ofrece esa posibilidad. Café Kafka es la mejor opción para las empresas que buscan un restaurante para organizar una cena. Nuestras instalaciones son óptimas para acoger familias con niños. Disponemos de unas instalaciones óptimas para celebraciones familiares. ¿Es usted vegetariano? En Café Kafka disponemos de platos para usted.